NÉCTAR DE DIOSES

MIEL DEL MONCAYO

“La vida no es miel sobre hojuelas, pero tiene miel y tiene hojuelas”

Doménico Cieri Estrada

La miel es un alimento utilizado por el ser humano desde sus orígenes, existen numerosas pinturas rupestres que así lo reflejan. Además de las citas bíblicas, muchos otros pueblos como los antiguos egipcios o los griegos se referían a la miel como un producto sagrado, que la convierte en el elemento principal de numerosos rituales religiosos.

En excavaciones egipcias con más de 3.000 años, se encontraron muestras de miel perfectamente conservadas en vasijas ligeramente tapadas. Cuando los antiguos egipcios hacían sus expediciones, conservaban la carne en barriles llenos de miel.

En la Roma antigua se consumía de forma habitual, sus cualidades como alimento, medicina y uso en artes de belleza eran muy apreciadas. Ya lo decía el bilbilitano Marco Valerio Marcial en su obra: “¿no se es feliz…escurriendo la rubia miel del rojo “Cardus” de barro?. La llamada “luna de miel” tiene su origen en la costumbre romana de que la madre de la novia, dejaba cada noche en la alcoba nupcial a disposición de los recién casados, una vasija con miel para “reponer energías”. Hasta el siglo XVI cuando apareció el azúcar de caña, fue el único edulcorante conocido. Forma parte de la dieta mediterránea desde la época de los egipcios hasta la actualidad.

Ambrosía de los dioses, miel del Moncayo

En la Península Ibérica la miel es conocida desde el neolítico. Durante la etapa ibérica y celtibérica se han identificado las colmenas cerámicas utilizadas en una amplia zona del área levantina. La miel se envasaba en los conocidos “kalathoii ibéricos”, muy abundantes en los yacimientos arqueológicos aragoneses. La miel constituye uno de los productos más significativos del mundo romano, las citas clásicas sobre miel hispánica hacen referencia a la calidad del producto y de la cera como ha publicado Miguel Beltrán director del Museo de Zaragoza.

La miel es una sustancia más o menos densa que las abejas elaboran con el néctar de las flores, mezclado con su propia saliva, jugos gástricos, encimas y resinas. La elaboran en su colmena y la utilizan como alimento de reserva, guardándola protegida con cera.

Las mieles de Moncayo son el regalo más dulce que la montaña nos hace, nos permite tener a nuestro alcance gran variedad de plantas. Y con ellas diversidad de mieles. El color y sabor que distingue a la miel puede variar desde el amarillo claro hasta el café rojizo, esto debido al tipo de flor de donde se extrajo.

—Miel de flores es la producida por las abejas a partir del néctar de las flores y pueden ser de varios tipos:

—Monofloral, obtenida mayoritariamente del néctar de una sola especie de flor como romero, tomillo, brezo. La miel de flores es transparente y se solidifica con el tiempo, dependiendo de su procedencia vegetal y de la temperatura del ambiente. Cuando por el contrario, las abejas liban el néctar de varias especies diferentes de plantas, al producto obtenido se le denomina “Miel de flores multifloral” –mil flores–, es la miel de la sierra, de la montaña y del desierto. Sus colores y aromas son tan distintos como los paisajes de donde proceden.

—Miel de mielato es la que se produce por las abejas a partir de secreciones dulces de áfidos como: pulgones, cochinillas y otros insectos chupadores de savia, normalmente de pinos, abetos, encinas, alcornoques y otras plantas arbóreas. Este tipo de miel suele ser menos dulce, de color muy oscuro, se solidifica con dificultad, y no es raro que exhiba olor y sabor especiados y resinosos.

—Miel de bosque cosechada en otoño reúne todas las floraciones que las abejas visitan desde mediados del verano. En el Moncayo contiene junto con cantidades variables de mielatos de roble y encina, un sinfín de néctares diferentes, entre los que destaca la Calluna, o Biercol. Nos cuenta el antropólogo moncaíno Vicente Chueca que “hace años se llegaba a pagar lo mismo por un cordero que por un panal de abejas, tal era la importancia de la miel. Las abejas cumplían su función almacenando la miel en celdillas para evitar que se fermentara, aleteaban a su alrededor para evaporar el agua sobrante, y después lo sellaban todo con cera”. Posteriormente, el apicultor ahumaba las cajas o panales para obtener el dulce fruto. Las “bejeras,” como se conoce las instalaciones en las que se fabricaba la miel, son edificios con un descubierto y un cubierto. Este último, tiene un muro horadado para que los “vasos y enjambraderas” hechos de mimbre y güeñas se instalen. En estos edificios salidos de otro tiempo vivían tradicionalmente las abejas.

Energía saludable la miel no solo es rica en glúcidos que son los que nos dan energía, contiene también, en pequeñas cantidades, calcio fundamental para el crecimiento, magnesio y vitamina C, flavonoides, sustancias enzimáticas y un sinfín de componentes volátiles, responsables todos ellos de las características saludables de la miel. Previene los problemas digestivos, relaja los nervios, cura infecciones y ayuda con las inflamaciones. La miel es un jarabe muy utilizado en medicina natural. Mieles de tomillo, buenas para el aparato respiratorio, de romero para el digestivo, de encina para la anemia, mil flores, cicatrizante y antiinflamatoria. La diversidad en colores y sabores. Es la memoria de la montaña.

La apicultura es un oficio vivo. El aprovechamiento de los recursos de esta montaña cuenta con una larguísima tradición, como atestiguan las numerosas citas en la obra “Perfecta y cvriosa declaración de los provechos grandes qve dan las colmenas bien administradas; y alabanças de las Abejas”, impresa en Zaragoza, en 1621 por Jaime Gil, natural de Magallón junto a Lucio Moderato Columela, Abu Zacaría, Alonso de Herrera y Méndez de Torres.

El museo del Labrador, en Lituénigo, dispone de un espacio dedicado a mostrar la historia de este oficio. Además, existen rutas que nos llevan hasta las abejeras. Añón es otro de esos lugares clave que, junto con Ambel, Fuendejalón, Tabuenca, Talamantes, Beratón, Purujosa y Calcena, guardan el mejor secreto del Moncayo: productos gastronómicos de calidad, naturales y saludables.

Las peculiaridades del cuidado de las abejas, que permiten compatibilizarlo con el ejercicio de otras actividades del medio rural, y las características intrínsecas del producto final, contribuyen a mantener la presencia humana y sustentan una pequeña industria y actividad comercial íntimamente ligada a nuestros pueblos. De este, modo actualmente es imposible encontrar en el entorno del Moncayo, un solo pueblo donde no haya un apicultor que nos proporcione este delicioso manjar directamente en su explotación.

También la industria agroalimentaria dedicada al envasado de la miel cuenta en nuestro territorio, con una significativa representación, de la mano de Apiambel, y Apícola del Moncayo. Esta última ubicada en Fuendejalón, es prácticamente la primera empresa de Aragón, en el comercio de miel envasada, y ofrece en su amplio surtido de mieles, variedades de las cosechadas en el Moncayo junto con mieles procedentes de otras regiones. Apiambel, pequeña empresa de carácter familiar, está especializada en las mieles de origen local.

Debemos agradecer a Alfredo Sanz de Agrupación Apícola ARNA su entrega y pasión en la defensa y promoción de la miel del Moncayo y de todo Aragón. Fue pionero en la comarca y lleva años dedicado a la promoción y mejorar de la miel, pero también a cuidar su producción y conservarla respetando y mejorando la tradición en las tierras del Moncayo Una labor encomiable, digna de resaltar y agradecer.

Hoy en día, la miel sigue siendo fundamental en nuestra dieta y en nuestro paladar. Cuando abrimos un tarro de miel, el Moncayo con sus aromas, gentes y sabores se despliega, luminoso y dorado, ante nosotros.

Gastronómicamente, no solo es un ingrediente importante en repostería; la miel, se ha incorporado a la innovación gastronómica a través de salsas, en diferentes platos y ensaladas, que buscan sorprender al comensal con mezclas de sabores diferentes.

Agradecemos a Alfredo Sanz una parte de la información facilitada para la elaboración de estas páginas sobre la miel de la Comarca “Campo de Borja” y de la Comarca de Tarazona y el Moncayo.

Apiambel

La empresa se encuentra ubicada en Ambel de Moncayo (Zaragoza) lleva más de seis años produciendo mieles de romero, tomillo y encina. La producción depende principalmente de la climatología, por ser miel exclusivamente de monte y dentro del parque natural y aledaños del Moncayo. (Ambel, Talamantes, Calcena, Beraton). Realiza todo el proceso desde la crianza de las abejas, la extracción, envasado y comercialización hasta el consumidor final. El envasado es en frio para mantener todas las propiedades – aroma, sabor y color de esta delicia gastronómica que nos ofrecen las abejas del Moncayo.

Apícola del Moncayo

Producto: Mieles mono florales, romero, tomillo, brezo, eucalipto, azahar, acacia. Miel del Tío Juan Cruz, Miel de Mielato del Bosque, Miel de Brezo.

Miel de toda la vida. Miel de mielato del bosque, autentico néctar del desierto, transparente y cristalina. Miel de brezo con sabor rotundo y a veces amargo y de consistencia espesa, ocasionalmente puede contener trocitos de cera. Nuestras mieles mediterráneas, obtenidas transportando las colmenas a las más excelentes floraciones y sacando la miel en su momento óptimo, cuando el panal este sellado. No es un producto homogéneo; observará que es diferente aun dentro de un mismo tipo, es debido a que las condiciones climáticas y el estado de las floraciones cambian de un año a otro.

Asimismo, las mieles monoflorales pueden contener el néctar de otras especies vegetales que de forma natural, comparten su hábitat. Por tanto, cada miel es distinta y se la ofrecemos tal cual es, para que usted reviva en casa el recuerdo de la miel de su pueblo, como cuando se adquiría directamente en la casa del apicultor.